Seamos hombres feministas
En el Día Internacional de la Mujer, un llamado a los amigos.
No crecí en un entorno intelectual ni privilegiado y sí bastante machista. Podría haber estado condenado a seguir el patrón, pero desarrollé a tiempo mi libertad de pensamiento y me fue evidente el daño que hemos venido haciéndoles a las mujeres. Tomé conciencia de cómo el machismo es una abominable expresión de abuso, el condenable ejercicio de un poder absurdo, una limitación de las libertades femeninas.
Sí, el machismo es un horrible mal que atraviesa todos los estamentos de nuestra sociedad, muy arraigado en nosotros, en prejuiciosas ideas y conceptos caducos. Démonos cuenta de lo equivocados que estamos. Tenemos ejemplos cotidianos.
Creemos que a las mujeres les agrada recibir piropos, silbidos y miradas lascivas de desconocidos en la calle, desde el que en nuestras cabezas asumimos como “galantería”, hasta el que consideramos vulgar. Toda esa gama de expresiones recibe un nombre: acoso sexual callejero, y toda mujer peruana lo ha sufrido. El aprendizaje nos da la posibilidad de desmitificar.
Alguien me dijo: “oye, pero así se dan cuenta de su belleza; eso les levanta la autoestima”. Falso, amigo, simplemente ella en ningún momento pidió tus comentarios, mucho menos los ha consentido. No los necesita. Lo que estamos haciendo es invadir su espacio personal, lo que es una agresión. ¿Te gustaría ser un agresor? Pues simplemente aguántate y guárdate lo que ibas a decir.
Alguien replicó: “ah, pero, si no quieren que se les diga nada, ¿para qué salen con pantaloncitos o minifaldas? Seguro lo hacen para provocar. La culpa es suya”. No, compadre. Además de vestir como le sea más cómodo, una mujer disfruta sentirse atractiva, lucir bien, pero no está buscando ni desea la manifestación animal de un extraño que se siente con el derecho de decir lo que quiera.
¿Quiénes nos hemos creído?, ¿quién nos ha dado licencia? Esa superioridad sólo existe en la mentalidad de una sociedad deformada. Dejemos de sembrar culpas inexistentes. La violación sexual suele ser vinculada a estas culpas. Una mujer tiene el pleno derecho a vestir como quiera y a caminar segura. Garantizarlo es un deber.
Nosotros caminamos en "shorts" y no nos pasa nada. Los invito a imaginarse sometido a un permanente acoso callejero. Imaginémonos tener que andar en constante alerta, cruzar al otro lado de la calle si avizoramos a un grupito, buscar rutas alternas al trabajo para no toparnos con el acosador de turno, presentir que llegará una grosería si se abre la ventanilla de un auto que desacelera, soportar rozamientos en los micros. Todos los días, desde temprana edad. Todos los días.
El sexual callejero es sólo una forma de acoso y el acoso a la mujer, una expresión de violencia. Acoso es también insistir a la chica que nada quiere saber contigo, creerse irresistible cuando en realidad se es impertinente. Acoso es ser profesor, gerente, y usar ventajas para hacer insinuaciones, seducir a una alumna, a una practicante. Todas las formas de acoso a la mujer deben condenadas y todas tienen su origen en el machismo: agresividad en el trato, estúpidos sentidos de posesión, ridículas posiciones de superioridad.
Machismo también es hacer dudar a nuestra pareja sobre cómo se ve, hacerla sentir mal por el vestido que eligió o por algo relacionado a su físico. Machismo es hacerse paltas, en lugar de enorgullecernos, al saber ella más, al avanzar ella más, al tener ella más vida, mayores proyectos personales. Machismo es imponerle gustos sin preocuparnos por compartir los suyos. Machismo es cuestionar que tenga amigos. Machismo es presentarla como “mi señora”, obligarla a usar un “de (tu apellido)”. Machismo es asumir que de por sí ella se encargará del cuidado de hijos y hogares.
Y tú que ocupas un “gran cargo” o eres dueño de una empresa, ¿ves cuán machista eres al querer pagar menor salario a una mujer por el simple hecho de serlo, o dudar sobre la oportunidad de emplearla por la posibilidad de su embarazo? O tú que persé desconfías de las altas capacidades de tu jefa o autoridad mujer.
Y a los que le justa juzgar y poner etiquetas, ¿ven cuán idiotas se ven cuando ejercen su libertad sexual para llamarse “campeones” para luego llamar “putas” a las mujeres por el mismo motivo?
¿Y qué tal cuando hacemos “chistes” acerca del marido “saco largo”, “la mujer al volante”, o cuándo hacemos mofa de “la mala suerte” del amigo “chancletero”?
Pensarán que es exagerado, sin embargo preguntémonos: ¿nos parecen espantosos los casos de feminicidio?: responderán, "claro que sí, pero eso no tiene nada que ver con nosotros”. ¿Y las prácticas de ablación de clítoris, de lapidación?: "por supuesto, pero eso es tan lejos de aquí”. Pues no. Todo es parte de un mismo pensamiento que es causa de violación de los derechos humanos fundamentales de la mujer. Alejémonos ya de él.
Vivimos en un mundo construido por hombres, gobiernos y religiones machistas que se han encargado de enrostrarle a la mujer una condición de ciudadanas de segunda categoría; de imponerle prohibiciones y castigos por la simple “casualidad” de nacer mujeres; de denigrar su imagen, de concebirla como objeto, como “costilla de Adán”; de limitar sus accesos, de postergarlas; de negarle las posibilidades de decidir sobre su propio cuerpo; de asignar roles de género tradicionales en los que el hombre debe ser autoritario y la mujer sumisa. ¿Queremos seguir formando parte de eso? Ya no, el machismo no puede seguir siendo tolerado.
El feminismo es la respuesta. Y no, el feminismo no es equivalente al machismo. El feminismo lucha por establecer y defender igualdad de oportunidades y derechos para las mujeres: igualdad de género. Si defendemos la igualdad de los seres humanos, pues ser feminista es una necesidad. Es una cuestión de justicia y respeto, igual que los rechazos al racismo y la homofobia.
Seamos hombres feministas. Proclamémonos como tales y demos la pelea. ¿Te van a fastidiar por ello?, ¡pues qué importa! ¿Es que somos tan inseguros que es necesario hacer alardes de una mal concebida “hombría” y seguir los parámetros de una sociedad que ha construido un horrible modelo de “macho que se respeta”? ¡No! El feminismo también nos libera de ello. Olvidemos los roles tradicionales de género. No necesitamos viejos moldes ni masculinidades obsoletas.
Decidamos ser hombres feministas. Hoy es una buena oportunidad para asumir compromisos. Hoy es el Día Internacional de la Mujer. No es un día de “rosas y bombones”, se celebra a la mujer y las conquistas obtenidas en el camino a su igualdad de derechos, pero además se recuerda lo mucho que falta por recorrer. Lo mejor que podemos hacer es unirnos a su lucha.
Podemos comenzar por aquí:
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